1era etapa. Casi 1700 kilómetros de una sola sentada. Hubo gente que corrió 24 horas seguidas. Un reglamento injusto. 22 etapa. Suppici Sedes a ciegas... 32 etapa. Una infernal profundidad de 200 metros. La formidable cantera de gente idónea
Martes 19 de octubre, a la noche (Mejor, hora cero del miércoles 20)
1era etapa. Buenos Aires - Salta. 1.692,6 Km
Todavía recuerdo aquella noche de largada. El diario La Nación aseguraría en su edición del miércoles que "jamás tanta gente colmó los espacios frente al ACA y muchas cuadras más, como esta vez".
De los 141 anotados -largados con 10 segundos de intervalo- únicamente faltaron tres, ¿El más importante? Ernesto Blanco, por problemas de salud.
De movida, no más, figura en la antología grande de la anécdota, el rápido abandono de Esteban Sokol que "rozó a un coche y volcó en el Monumento de los Españoles" (Clarín) casi a la vista de la salida. El organizador le anticipó a los participantes como era "el camino a Bancalari", punto donde enlazar la ruta de la carrera resultaba ser más simple. Con algunos de estos trazos:
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"Los corredores tomarán por avenida Alvear hasta el Monumento de los Españoles para tomar una calle que, en diagonal, sale sobre la derecha (esa diagonal se llama Infanta Isabel). Por Infanta Isabel continuarán hasta encontrar una columna con un reloj, lugar donde deberán tomar la Avda. Figueroa Alcorta, en dirección a la izquierda. Seguirán hasta el estadio de club River Plate que se encontrará a la derecha del corredor. Aquí se tomará a la izquierda por la Avda. Guillermo Udaondo. Por ella se recorrerán aproximadamente 400 metros y al llegar al "roin-point" (sic) que se encuentra frente al Tiro Federal, los participantes tomarán a la derecha para entrar a la Avda. José F. Uriburu...".
Nadie le hizo ascos a la distancia. Repare: ¡casi 1700 kms. de una sola sentada! El primero -Oscar Gálvez- demoró casi 14 horas. Mire el promedio: 121,800 (Mucho más dramático vino a ser el caso del último): Zarantonello necesitó 23h27m54s, a 72,132 km/h.
¿La punta? En Olivos estaba Fangio adelante. En Pilar, lo reemplazó Oscar, a quien se le anotó con partida detenida y viajando de noche, un promedio superior a los 119 km/h. En San Antonio de Areco, los dos marchaban juntos. En Arrecifes y en Pergamino, estaba Fangio.
El blanco y negro de la foto se vuelve sepia tras el paso de los años: el Ford Nro 70 de Delmo Bojanich avanza hacia el Norte en aquella primera etapa que arrancando en Buenos Aires terminaría en Salta. Acá, el paso por las afueras de San Miguel de Tucumán
Aquellos eran tiempos en los que los diarios de la mañana no salían tan temprano. El aficionado podía leer al día siguiente, los pasos de las 2 o 3 primeras horas de carrera. Después, había que esperar a la 5taa de los vespertinos para ubicar a los primeros -que nunca eran más de 15 o 20- y recién al día siguiente se podía sacar bastante más en limpio. El cálculo de toda carrera estaba entonces en los afilados lápices de Alejandro Marón y su equipo. Le digo que en San Antonio de Areco, apareció Marimón. En Arrecifes, Oscar. En Colón -el promedio más alto de la etapa- otra vez Marimón, llevando su Chevrolet a 142,198 km/h.
Tengo presente que aquellos coches pesaban dos toneladas, cargados con 4 o 5 cubiertas armadas y una montaña de repuestos. En Canals recuperó la primera colocación Oscar, pero en Tucumán, donde los papeles pudieron ordenarse con mayor rigor, de nuevo el tenaz Marimón volvió a situarse adelante.
¿Novedades? De todo color. En La Carlota, el pobre Daniel Musso embestía a gente mal ubicada y se registró un muerto. Anímicamente todo terminó aquella noche para el hombre de Luján. Eusebio Marcilla perdió media hora por un inconveniente de encendido. También por una dínamo díscola perdía algún tiempo Oscar pero en Metán fue Marimón el del atraso (dos pinchaduras y un embrague que patinaba). Oscar remató la etapa lo mejor que pudo. Un camión se le apareció repentinamente en la ruta y obligó al piloto a levantar bruscamente su velocidad para no llevárselo por delante.
El Chevrolet del riocuartense Darío Ramonda, de incansable tranco
Salta empezó a recibir la gente con una temperatura de infierno: 35° a la sombra. A la hora de levantar el primer parte de bajas, las crónicas no se anduvieron con chiquitas. El "Cacique Guaymallén" atropelló gente y mató a un espectador; a Petrini lo traicionó el motor, Suppici Sedes cortó una punta de eje y en la demora regaló más de 40 posiciones.
De los 138 pilotos que habían largado, fueron clasificados en la esquina de Rivadavia y Mitre, frente a la estación de servicio del ACA de Salta, 105. La mayor sangría de la carrera se registró aquella jornada con 33 abandonos.
¿Por cuánto tiempo le ganó Oscar a Marimón? Por 2m24s4/5. Esto, después de casi 14 horas de carrera y de 1700 kilómetros de camino...
Razones de una sinrazón
La Gran Carrera se comprenderá un poco más, a partir de una curiosidad reglamentaria que -paradójicamente- únicamente se utilizó en el Gran Premio de la América del Sur y que nunca más volvió a practicarse en el automovilismo.
La salida de la primer etapa respondía a tres grandes grupos (modalidad que mucho tiempo después vino a emplear el rally en el mundo).
El primer grupo fue formado por "ganadores de Grandes Premios en carretera, organizados por el ACA". En el segundo grupo se nucleó a los ganadores de pruebas de carretera y de etapas de las carreras realizadas de acuerdo con lo dispuesto por el Código Deportivo Interamericano y el Código Deportivo Internacional y en el tercer grupo, por todo corredor no comprendido en los primeros dos grupos.
Pero a partir de la segunda etapa, la salida se dio por la clasificación general. Con lo que todo lo que podía recuperar un piloto en una jornada se desvanecía en buena medida en la siguiente salida, porque había que volver a dejar atrás, a lo que ya había quedado atrás, antes.
El hombre que más sufrió con esta cláusula, fue Fangio que en la 2da etapa tuvo que largar desde el puesto 79° y que pese a terminar 4° ese tramo, al ponerse en marcha para correr la 3era etapa, volvió al camino desde el puesto 55. Siempre sostuve -y el propio Fangio me escuchó con atención, sin replicarme- que para mí, aquella fue a pesar de su abrupto final, y hasta entonces, la mejor carrera que Fangio hizo con Chevrolet en su historia.
Despedida con bendición frente a la iglesia de Chacabuco: los que se van son Julián Elguea y E. M. Román (auto en primer plano) y Jacinto Moss hijo y Domingo Fancio (detrás)
Viernes 22 de Octubre
2da etapa. Salta - La Quiaca. 380.1 Km
No digo que esto fuera un paseo. Pero este esfuerzo representó, superficialmente analizado, una cuarta parte de esfuerzo de apertura.
La caravana no arrancó como había llegado a Salta. Cuatro participantes
que habían entrado al parque cerrado en malas condiciones, prefirieron quedarse en Salta o regresar a Buenos Aires. Un par de apellidos ilustres permiten dar cabal ejemplo de la trascendente novedad. Uno fue Italo Bizio que había llegado muy tarde (88°) y otro, sorprendente, el de un joven, Alberto Faya (33°) que en la revisión del jueves comprendió que no tenía remedio remendar la situación técnica de su Ford.
De acuerdo con la topografía que acercaba la carrera el norte del país, otros nombres se agregaron a los de Oscar y Marimón. Uno fue el de Bojanich en Jujuy, cuando el promedio demostraba las dificultades de una topografía arisca: 57,159 km/h. Otro fue el de Gulle que cuanto más difícil era el piso, más cómodo se sentía.
Desde atrás, como consecuencia de un reglamento absurdo, Fangio se adelantó a 59 automóviles en el camino.
Había largado 79° y entró 19°. No le servía de mucho. O, mejor, servía para confirmar la madera de la que estaba hecho un grande que no se quejó por aquel absurdo que le hacía perder cada mañana, lo que había ganado el día anterior.
Oscar seguía sumando. Aquí, en el parcial, le ganó por 6m29s a Gulle. El bueno de Pablo precedió a Juan -que empezó a mostrar las uñas- mientras que en el parcial, Fangio terminó cuarto.
En esto de pasar coches, recuerdo que José Froilán González desbordó aquel día a 56 autos. ¿La baja más notable? De lejos, la del uruguayo Suppici Sedes que dejando atrás el control de Maimará -a poco más de 169 kms. de la salida- trató de superar a otro coche. En Maimará la tierra había sido regada y no se levantaba polvo. Pero no bien terminaron las últimas casas -y el pueblo- el de adelante levantó una cortina de polvo. El corredor oriental viajó entonces a ciegas. Ahí tenía que estar un puente, sobre el río Grande. Ni siquiera pudo ver a la derecha un crucifijo. Cerca del puente, una alcantarilla. El coche pegó feo y destrozó el tren delantero. Se impuso el abandono. "Ampacama" (Julio Devoto) dejó a su acompañante Antonio Spampinatto, enfermo, en el regimiento 20 de infantería y siguió solo hasta La Quiaca. Allá vería para hacerse de nueva compañía, cosa que el reglamento- por razones humanas- permitía. ¿Cómo no?
El primer neto le perteneció a Oscar hasta El Carmen; en Jujuy, a Bojanich; en El Volcán, a Fangio; en Tilcara, en Humahuaca, en Tres Cruces y también en La Quiaca, definitivamente a Oscar, que seguía pisando el acelerador con el mismo fervor del primer momento. ¿Especulación? ¿Qué cosa era esa?
La caravana hizo aduana con la Gendarmería Nacional y pasó el río para dormir -si se podía- en Villazón. Casi un lugar común para argentinos y bolivianos en la geografía de América de siempre...
El "disparador" Ricardo Risatti, de fugaz vuelo, va por la Quebrada de Humahuaca
Sábado 23 de Octubre
3era Etapa. Villazón - Potosí. 459,8 Km
En La Quiaca se habían clasificado 94 corredores. La sangría continuaba porque fueron 92 los que iniciaron la disputa del nuevo tramo. Uno de los abandonantes, un hombre hecho a todo tipo de circuito de la mecánica nacional y al año siguiente transportado a los pisos más aterciopelados del mundo: Benedicto Campos.
El excepcional piloto no había clasificado mal en la apertura (25°), pero su situación comenzó a complicarse en el segundo tramo, porque entonces llegaba muy atrás (61°) y aunque en la posición general no apareció tan rezagado (33°) su Ford no estaba entero, prefiríendo formar parte de la caravana que más adelante protagonizaría el regreso desde Lima.
¿Cómo olvidar aquella jornada que discurrió a 3000 metros sobre el nivel del mar? El boliviano Leizán demostró que sabía rodar en su piso, ganando el parcial hasta Quebrada Honda ("varias casas, alojamiento malo, telégrafo", permite leer la hoja de ruta), sacándole 21s a Oscar y 2m21s a Juan, marchando después Gulle y Kruuse. Pero en Iscayachi, Oscar se repuso aparentemente de la sorpresa porque mientras Leizán se atrasaba, el joven piloto porteño dejó atrás a todos.
Ganó en Las Carreras, en Catamaqui -que en realidad se llamaba Villa Abecia-, en San Pedro, en Camargo, en Tacaquira, en "el caserío sin recursos" de Cuchu Ingenio...
Atrás, el perseguidor de turno, rotaba en cada nuevo control. Fangio en Iscayachi, Marimón en Las Carreras, Marcilla en Catamaqui, Gulle en San Pedro, Juan en Camargo. Otra vez Gulle en Tacaquira...
Fueron 7 los abandonos y 85 los hombres que llegaron a la plaza 10 de Noviembre de Potosí, una ciudad señorial que todavía distingue a América. Seguramente fue el de Ricardo Risatti el abandono más sensible de la jornada. Risatti había tenido problemas en las dos etapas anteriores. Nunca había podido reacondicionar el coche como quería aquel "formidable disparador" de los caminos argentinos
(según me dijo Fangio, el hombre de mayor reacción que conoció en su vida en las carreras argentinas).
¿Devoto? Había conseguido acompañante. Carlos Alisal, piloto original del coche 80 que no había terminado la 1a etapa. ¿Spampinatto? Era "repatriado" a Buenos Aires.
Dije que aquella etapa fue trágica. Es que en Camargo, a 274 kms. de la salida y después de cruzar el puente sobre el río Quebrada de Tota y penetrando como una hoja de cuchillo en la región de la Cuesta del Obispo, el coche de Elguea y Román se desbarrancó hacia un espeluznante precipicio. Una boca infernal de 200 metros de profundidad.
Las crónicas recuerdan que el coche, después de ir golpeando contra las rocas, quedó desintegrado en el fondo. Sus tripulantes, muertos instantáneamente...
Uno de los tres únicos Plymouth que largaron, el del "prioritario A" Arturo Kruuse -por ello su Numero 5 en las puertas- avanza bien de mañanita por la altiplanicie boliviana entre Villazón y Potosí. Ahí, el "Indio Rubio" fue quinto
Primeras conclusiones
Son muchas las que el analista puede recoger a la hora de repasar las tres primeras etapas de la Gran Carrera. La más simple, después de 2.532 kilómetros contaba que Oscar y Juan Gálvez ya eran protagonistas. Un canto a la pasión del hombre por el camino. Vea usted: de Buenos Aires a Potosí, a casi 98 km/h. Hoy, a 45 años, aquello tiene toda la imponencia de una hazaña genuina. Hablando de los grupos en que fue dividida la "alcurnia" de la carrera -esto dicho con el mayor respeto- se deduce que el "B" -ganadores de carreras y/o de etapas- se mostraba muy sólido, a punto que apenas mostraba 2 bajas. Una, la de Musso, por la fatalidad. La otra, de entrada, con Del Carpio que no pudo terminar a tiempo su máquina. Si en verdad acá se encontraba el futuro inmediato del automovilismo argentino, resultaba fácil imaginar que el país continuaba disponiendo de una cantera excepcional de gente apta para correr.
En el tercer grupo -esperanza plena- todo era más auspicioso todavía. El mejor ejemplo lo protagonizaba aquel hombre bueno que fue Daimo Bojanich, dueño de una regularidad notable: 6° en la general de todas las etapas. Muy cerca de los más grandes, sin modificar su notable personalidad. Otro piloto de trayectoria, Lagorio, aparecía más atrás, operando con una regularidad total, sin tanta velocidad: 22° en los tres parciales. En este punto, resulta imprescindible apuntar a otros cuatro corredores como conductores que no se habían dado por vencidos (ni siquiera cuando lo parecían). El más notable perseguidor era José "Pepe" Froilán González que entre los tres tramos recuperaba 40 posiciones. Muñiz estaba muy cerca en ese andarivel: 38 puestos. Otro González (Luis) mejoraba 32 lugares y el Dr. Mesples, una personalidad notable que compartía el espíritu deportivo con la raíz samaritana que lo hacía un ser querido por todos. El Dr. Mesples adelantó 30 puestos.
El Chevrolet Numero 31 de Antonio Gauthier y Juan A. Tenor. Rodó poco: quedó en Lumbreras, cerca de Salta
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