De los cinco pilotos que antes de Canadá tenían posibilidades matemáticas de acceder al título aún, Laffite era el más distante. Sin embargo, después de una polémica largada se atrasó casi dos horas y finalmente se disputó bajo la lluvia, la mayor efectividad de sus gomas lo proyectaron hacia su segundo triunfo del año, siendo el único que todavía puede terciar en la lucha por el campeonato, que parecía reservado a Reutemann y Piquet. Watson y un espectacular Villeneuve completaron un podio inesperado, mientras Jones y Prost ya perdieron toda chance
¿Se acuerdan de Brasil, el famoso día del cartel Jones - Reut?. Allí también llovía, el cielo estaba totalmente cubierto sin perspectivas de una mejoría durante el resto del día y el GP de Fórmula 1 se encaminaba así a una definición totalmente bajo el agua.
Como para acentuar todavía más la semejanza, Piquet y Reutemann también largaban en primera fila ese día en Río de Janeiro y como para aumentar aún más la sensación de una posible repetición del resultado, Reutemann largó impecablemente adelantándose a Piquet y ganando la punta al entrar a la primera curva. Lástima que allí terminaron todos los parecidos.
La ilusión duró apenas 600 metros porque desde que el Williams número dos recorrió la primera curva se hizo bien claro que el resto del pelotón terminaría por pasarle literalmente por encima debido a una sola y precisa diferencia: en Río de Janeiro el Williams estaba calzado con Michelín radiales, mientras que en Montreal llevaba las Goodyear convencionales,luego del retorno americano a mitad de año.
La diferencia entre los autos calzados con Michelín y el Williams de Reutemann ejemplificada en la foto donde Jaques Laffite le acaba de sacar dos vueltas al argentino
Nelson Piquet el mejor tiempo el viernes
Nunca tuvo tanta importancia la diferencia de poseer una u otra goma y el GP de Canadá fue por lo tanto, antes de cualquier otra cosa, un triunfo total y absoluto de las cubiertas radiales.
No hay por qué desmerecer el triunfo de Laffite, ni el segundo puesto de Watson, el tercero de Villeneuve o el cuarto de Giacomelli. Pero viendo simplemente cómo circulaban esos autos en la pista en comparación a los chasis que usaban gomas convencionales, era como asistir a dos carreras totalmente diferentes. Laffite o Watson, aunque el piso estuviera inundado, daban toda la sensación de estar participando de una carrera.
Frenaban cerca de las curvas, doblaban lógicamente con la acrobacia que exige el piso mojado y luego aceleraban en forma normal transmitiendo razonablemente la potencia al piso.
La gran diferencia con las gomas convencionales estaba por lo tanto en el momento de frenar y en el momento de acelerar más que en la velocidad en curva propiamente dicha,lo cual terminaba de demostrar que había un mundo de diferencia entre la adherencia que brindaban las gomas radiales y la que a duras penas obtenían las convencionales.
Elio de Angelis, la revelación el día viernes
Se puede argumentar tímidamente que Nelson Piquet llegó quinto a una vuelta andando mejor que los Williams. Lo cual fue cierto. Sobre el mismo tipo de gomas, el Brabham era más apto que los Williams mientras que sus archirrivales sufrían el peor momento del año sumergidos en el fondo de la carrera, después de haber iniciado el GP como primero y segundo,ya que Alan Jones también había superado la línea de Piquet en la largada.
Pero aunque el Brabham obtuvo dos puntos de gran valor -y hay que destacar la cuidadosa conducción de Piquet de principio al fin- también hay que señalar que la implacable lluvia del domingo en Canadá arruinó totalmente lo que podía ser una gran batalla por el campeonato, ya que en condiciones normales el Brabham de Piquet y el Williams de Reutemann eran los superfavoritos para discutir la punta.
Parece que el suspenso se ha adueñado definitivamente de la Fórmula Uno en 1981 y que por lo tanto Canadá apenas sirvió para aumentar la incertidumbre
entre Reutemann y Piquet sumándose para colmo Jacques Laffite a la lucha con un auto que de ninguna manera puede despreciarse como repetido ganador.
Como para hacer mejor las cosas aún, en Las Vegas al menos no puede llover jamás y entonces, con todas las cartas en la mano y con pista normal, los tres aspirantes saldrán al ruedo totalmente librados a sus propias virtudes de conducción.
Montreal, lluvioso y problemático, no fue más que un plato previo para el gran final de campeonato que se montó un poco por casualidad en 1981.
Un sainete previo
Lo triste de la situación es que si bien el desarrollo del campeonato ha producido este año una expectativa jamás igualada, las discusiones y la demora sufrida en Montreal por un problema de contratos, borra con su mala impresión todo lo que deportivamente se discute con tanto esfuerzo en la pista.
Durante más de tres horas, la Fórmula Uno estaba inmovilizada en los boxes de Montreal porque la FOCA había descubierto una cláusula discutible en el seguro contratado por la organización de la carrera y mientras el público del circuito y de todo el mundo (vía TV) esperaba en vano una mínima explicación sobre la demora, los mismos corredores y mecánicos no sabían tampoco qué hacer frente a un nuevo episodio en los cuales crece la figura de Ecclestone, decrece simétricamente la de Balestre pero sufre globalmente la actividad porque una vez más la Fórmula Uno no parece una cosa seria.
No pudo haber por lo tanto la habitual Prueba de Tanques Llenos de la mañana del domingo y apenas se realizó una sesión restringida de pruebas justo cuando por otro lado comenzaba a llover sin cesar para arruinar todo el esquema de una carrera que hasta ese momento prometía mucho.
Finalmente se largó una hora y veinte más tarde de lo previsto (sea como fuere, se hubiera corrido de todos modos bajo la lluvia), nadie supo muy bien qué eran esos papeles que Bernie Ecclestone hacía firmar a la disparada a pilotos y mecánicos antes de largar y la sensación general imperante era la de un nuevo acuerdo de último momento obtenido con tal de largar a cualquier precio y rogando que no pasara nada en la carrera, para que luego no se complicaran más las cosas.
No hubo más complicaciones. Pero la Fórmula Uno en general dio nuevamente que hablar por factores totalmente externos a lo que debía suceder en la pista.
Largada en Notre Dame, Reutemann pica en punta, pero la esperanza se diluiría antes de la primera curva en los charcos del circuito canadiense
Cuando punteaba Alain Prost, seguido por Watson. Después llegaría Laffite y superaría a los dos, accediendo a una victoria fundamental para sus pretensiones de campeón
Un sainete previo
Fuera de esos problemas palaciegos, todo fue muy interesante en Montreal durante los días de pruebas por el despliegue técnico desarrollado especialmente por Williams y Brabham y por las exigencias de un circuito que es de los más duros para los autos y pilotos. Bastaba con ver a los autos en acción en las sinuosidades de la isla Notre Dame para comprender lo que significa manejar esos monstruosos aparatos capaces de trasmitir más de 500 caballos de fuerza al piso en curvas donde ya es difícil tratar de doblar rápido con un modesto auto de calle de setenta caballos.
Lo más importante desde el punto de vista técnico era sin duda el rebote de las suspensiones actuales de los autos sobre cada uno de los mínimos desniveles del piso. Una excelente filmación de la TV canadiense mostraba el viernes en cámara lenta los movimientos indóciles de la Ferrari de Villeneuve en uno de los sectores más difíciles y las gomas iban doblando de a saltos, perdiendo y retomando contacto con el piso, provocando así un movimiento electrizante del auto que parecía destinado a despegar en cualquier momento.
En esas condiciones cada vez más duras para estar arriba de un Fórmula Uno, tanto Williams como Brabham eran nuevamente los dominadores, mientras que otros chasis eficaces como el Ligier o el McLaren se veían ligeramente postergados por el hecho de no poseer gomas radiales comparables a las Goodyear de clasificación.
"Pero nosotros tenemos dos ases en la manga para la carrera -dijo proféticamente Blanchet de Michelín y se llaman Laffite y Watson". Lo dijo el domingo a las once de la mañana, cuando aún no se sabia si llovería en la carrera y sin agregar que en caso de lluvia las Michelín pasaban a ser favoritas obligadas.
El Brabham de Piquet; las Goodyear le cayeron mejor que a los Williams y el brasileño arrimó ...
El show de Villeneuve fue más impactante que nunca en su propio país. Aquí lo vemos con la trompa remachada contra los neumáticos traseros de De Angelis primero y Daly después
Poco antes de la carrera alguien se acercó por su lado a Carlos Reutemann para preguntarle si prefería correr con lluvia o con piso seco.
"No sabemos nada sobre lo que puede pasar con lluvia. Nunca llovió en clasificación y no hemos podido probar ni una vez en esas condiciones. No sé qué puede pasar".
Hasta ese momento, la preocupación de Reutemann residía más bien en elegir su auto para la carrera pese a que la decisión ya había sido tomada por el equipo. "Ellos decidieron que hay que correr con el chasis 17, yo no dije nada" -explica Reutemann-, que durante viernes y sábado había hecho sus mejores tiempos con el viejo chasis 012.
Pero las diferencias eran mínimas y con criterio lógico Frank Williams prefería correr con el Chasis 017, más nuevo, y que por lo tanto corría menos riesgos de una rotura mecánica de las que son posibles en circuitos donde lo que más sufre son los frenos, las transmisiones y las suspensiones.
Allí se montó entonces el motor Cosworth 310 para la carrera (el mismo que Reutemann tenía colocado el comentado domingo de Alemania y que se rompió en la Prueba de Tanques Llenos) mientras simbólicamente el equipo Williams brindaba una atención esmerada como nunca a los dos autos de Reutemann contrastando con un Alan Jones casi dejado de lado y que estaba tranquilamente sentado en el interior del box, lejos de las charlas que mantenían a algunos metros Williams, Reutemann y Head. Un simple símbolo, pero que tenía un fondo de realidad.
Al ponerse la bandera verde de todos modos, Alan Jones y Carlos Reutemann salieron casi juntos como dispuestos a dominar olímpicamente la situación. El australiano emparejó la línea de Reutemann en la segunda curva del circuito y tomó la punta que mantendría por muy poco tiempo asediado por Nelson Piquet, Prost, De Angelis, Laffite, Villeneuve, De Angelis y Watson,que rápidamente fueron superando a un Reutemann que parecía haber partido sobre gomas lisas en lugar de gomas de lluvia.
Rápidamente se precipitó la situación a favor de los autos equipados con gomas radiales y en cuestión de pocas vueltas sucesivas Alain Prost y Jacques Laffite avanzaron inconteniblemente hacia la punta mientras Carlos Reutemann sufría uno de los retrocesos más frustrantes de su carrera al pasar de primero a decimonoveno en la vuelta sexta.
También Alan Jones perdía posiciones en forma alarmante, mientras que para desazón del equipo Williams, Nelson Piquet conservaba con decoro una posición de expectativa aunque ya lejos dé la punta que había pasado a ser un tema exclusivamente francés, limitado a Prost y Laffite que lo seguía muy cerca, esperando su momento.
Salida de la primera curva tras la largada, y Jones empareja la línea de Reutemann. De esta forma, el australiano ganaba la cuerda de la curva siguiente; a la derecha, alcanzando la punta
Una vez organizada más o menos la carrera de acuerdo con lo que cada auto podía hacer en la lluvia, el GP de Canadá fue la clásica carrera sobre piso mojado. O sea,con mucha diferencia entre los autos que van bien y los que no, con muchos incidentes y salidas de pista que van diezmando las filas y con una cuota de espectacularidad en el control de los autos que se ven en aprietos, donde para ser fiel a su estilo Gilles Villeneuve se ganó nuevamente los aplausos del público por pelear hasta la última vuelta con un auto cuyo motor anduvo siempre mal y tras haber sufrido la rotura de su alerón en un toque con Elio De Angelis que lo hizo circular durante la mayor parte de la carrera con la Ferrari totalmente abollada.
"Como siempre, Daly no miraba en los espejos -fue luego la explicación de Gilles- y cuando estaba por pasarlo sacándole una vuelta hizo una maniobra que no me dejó lugar y lo toqué a Elio De Angelis rompiendo el alerón. Seguí así porque no había gran diferencia en la tenida, pero me temía que al final lo iba a perder por completo. Cuando por fin se dobló del todo y voló por el aire el auto perdió todavía más adherencia, pero ya faltaba poco para terminar."
Durante largas vueltas además, Gilles Villeneuve había sufrido un durísimo asedio de John Watson que estaba en uno de sus grandes días, agresivo y sin errores. Y mientras tanto Jacques Laffite lo habla pasado a Prost,que no estaba tan cómodo sobre el agua como los autos con motores convencionales aspirados.
El Ligier Matra sonaba a la perfección y apoyándose mejor que ningún otro sobre el piso mojado, sin dejar absolutamente ninguna duda que seria el ganador de la carrera si Laffite no cometía algún desliz inoportuno. El error en cambio lo cometió Prost que se comió directamente en la frenada de la horquilla a Nigel Mansell arruinando la carrera de ambos y dejándole como regalo un puesto más avanzado a Nelson Piquet que marchaba tranquilo detrás, después de haber perdido una larga batalla frente a Bruno Giacomelli, también fortísimo sobre su Alfa Romeo doce cilindros.
Las condiciones de la pista eran realmente las más apropiadas para exprimir la ventaja de potencia y elasticidad de los motores V12 (Matra y Alfa Romeo) y tanto Laffite como Giacomelli eran quienes mejor impresionaban al recorrer cada curva.
Los Lotus anduvieron muy rápido en clasificación. En carrera, De Angelis luchó con un auto ingobernable y manoteó un puntito
Lástima que no podía decirse lo mismo de los Williams, que parecían pertenecer a otra categoría. Alan Jones, luego de hacer un trompo espectacular, había parado en boxes quejándose que el auto era inmanejable y al enterarse que Reutemann había utilizado un tipo de gomas para lluvia con estrías diferentes en el tren trasero pidió que le colocaran esa combinación (estrías normales adelante y estrías en V atrás) para volver a salir a la pista.
Volvió sin embargo más tarde diciendo que el auto era igualmente un desastre y "no comprendo cómo Reutemann puede seguir andando en esa forma".
El australiano abandonó el circuito pensando que a una sola carrera del retiro definitivo no valía realmente la pena seguir circulando allá por el fondo muy lejos de su aspiración de ganar y quedando totalmente descartado de la lucha por el campeonato.
El único que todavía espera arruinar el final entre Reutemann y Piquet es ahora Jacques Laffite. Pero en condiciones normales el titulo tiene que quedar en manos del argentino o el brasileño y la gran definición será no más en Las Vegas como ellos mismos lo venían suponiendo aun antes de la carrera canadiense.
Separados por un solo punto de enorme importancia -en efecto, también puede pasar que Reutemann y Piquet abandonen en Las Vegas- los dos rivales de todo el año tienen ahora tres semanas finales para el gran encuentro. Elegir un favorito es prácticamente imposible. Sólo el punto de ventaja a favor de Reutemann le da una tranquilidad adicional que no tendrá Piquet.
¿Pero quién de los dos podrá estar tranquilo desde ahora hasta Las Vegas? El único consuelo es que en Las Vegas no lloverá. Lo cual ya es mucho.
Por Germán Sopeña y Oscar Fittipaldi
Fotos Antonio Capria, G.S. y G.F. (Enviado especiales a Montreal). Radiofotos AP
Todo el potencial de Williams en los boxes canadienses. Dos autos titulares y dos muletos para cubrirse ante cualquier emergencia. Hasta antes de largar, Reutemann estuvo en la duda ...
Patio de boxes
ALERONES NEGROS: El Renault de Alain Prost se destacaba netamente del auto de Rene Arnoux por el color de sus alerones delantero y trasero, un negro opaco que contrastaba con el color metálico de los alerones habituales. La diferencia estaba también en el material utilizado ya que para ganar peso no eran de aluminio sino de fibra de carbono, el elemento de moda que va imponiéndose poco a poco en la construcción de los autos de Fórmula Uno.
MULETTO INMOVIL: Durante los dos días de práctica, el equipo Brabham desplegó al costado del box Williams sus cuatro chasis. Pero a diferencia de éstos, donde los dos pilotos trabajaron sobre sus dos autos intensamente, uno de los muletto Brabham permanecía casi inmóvil sin que se subiera nadie, provocando no pocas preguntas en el desconfiado ambiente que prevalecía en Canadá. En realidad, el no empleo de ese chasis nuevo demostraba que en efecto Piquet gozaba casi del privilegio único de poseer tres autos listos para él solo.
Patética escena que ejemplifica las dificultades de Reutemann. Mientras Prost y De Angelis salen bien plantados por el medio de la pista, el argentino lo hace abierto "comiéndose" un terrible charco de agua
BALESTRE, HINCHA DE REUTEMANN: El día jueves, una breve conferencia de prensa del presidente de la FISA reunió también a los dos primeros del campeonato mundial y frente al micrófono, Jean Marie Balestre explicó que él veía personalmente como favorito a Carlos Reutemann. Durante los días de ensayos en varias ocasiones el presidente de la FISA se acercó a dialogar amablemente con Reutemann sin esconder su predilección por el triunfo final del argentino.
FELICES: Los responsables de Michelín -obvio- al término de la carrera. El sábado, Dupasquier había declarado, refiriéndose al magnífico tiempo obtenido por Prost en clasificación:
"No hay razón para sorprenderse. Yo siempre he dicho que en un buen auto y con un buen piloto, nuestras gomas tienen que andar bien en cualquier lado. ¿Qué pasa si mañana llueve? Hummm, no crean que tenemos tanta ventaja... llegado el caso, veremos...".
El domingo, luego de la carrera, imaginablemente radiantes, los hombres de la fábrica francesa saboreaban la "paliza" propinada a sus rivales.
"Y... para qué negarlo ahora, suponíamos que íbamos a sacar buenas diferencias en la lluvia, pero preferimos no precipitarnos hasta comprobarlo. Y efectivamente, se dio. Pero no sólo por la lluvia, eh? Tengan en cuenta que, en cualquier condición, este año llevamos ganadas 13 pruebas sobre 14...".
Lo único que se lamentaba en el recinto de Michelín era la magra performance de Reutemann y, más que nunca (pero sólo por el argentino) que Williams hubiera "cambiado de caballo en mitad del río".
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BRAVO: Si hubiera sido en el teatro era obligado el "bravo" para saludar la maniobra de Villeneuve en el momento que perdió el alerón delantero que estaba totalmente doblado por el toque con De Angelis. En la recta que lleva a la horquilla final, con la Ferrari lanzada, el alerón se desprendió súbitamente desbalanceando totalmente el auto.
La Ferrari se puso totalmente de costado sobre el piso mojado y Gilles logró pelear la situación con el volante hasta el final. Llegando a tiempo para frenar sin comerse la horquilla. Para colmo el motor andaba mal - "Tuvo intermitencias eléctricas desde el principio, seguramente por haberse mojado"-. Pero el impetuoso canadiense pudo llegar a su tercer puesto que le ganó otra vez un podio en su país.
PREMIO A LA COMBATIVIDAD: Todas esas demostraciones de Villeneuve fueron más que suficientes para que el jurado de periodistas lo designara acreedor al premio Walter Wolf a la combatividad en carrera. Con los votos obtenidos en Canadá, Villeneuve es el líder de ese singular torneo junto a Jacques Laffite.
LOS SUSTOS DE PIQUET: El brasileño obtuvo dos puntos de gran valor luego de una carrera muy difícil por culpa de sus gomas, pero también sufrió varios momentos incómodos en la lucha con los rivales. El primer malestar fue enterarse que Giacomelli lo habla pasado dejándolo quinto cuando en realidad Piquet creía que el italiano venia una vuelta atrás.
"Me extrañaba la forma en la que me atacaba Giacomelli y finalmente lo dejé pasar adelante para que no me hiciera correr el riesgo de un accidente. Pero en el box estaban confundidos y no me lo marcaban como si estuviera peleando el puesto y por eso no le ofrecí resistencia".
Varias vueltas más tarde, el McLaren de De Cesaris, evidentemente más veloz que el Brabham, ya lo estaba alcanzando a ojos vista pero el ataque del italiano fue demasiado arriesgado, lo cual provocó un toque entre los dos autos y el posterior abandono de De Cesaris. Piquet estaba indignado por la forma en que quiso pasarlo De Cesaris y lo acusaba directamente de temerario.
"Se lanzó encima mío sin medir ni el lugar ni la posibilidad de pasar. No me extraña que sea su noveno o décimo accidente del año."